Se ha demostrado que los rayos del sol inciden de manera mucho más directa sobre la piel de los más pequeños, siendo el daño que puede provocar mucho más severo. Esto es debido a que, los sistemas de protección de la dermis de los bebés, aún no están desarrollados y su pigmentación y grosor de la dermis no es todavía óptima. Para que te hagas una idea, la exposición solar de los niños es hasta tres veces superior a la de un adulto, y esta radiación UV incrementa el riesgo de padecer cáncer de piel y melanomas malignos. De ahí, que sea tan importante la protección solar del bebé.
Efectos solares negativos:
Siempre se ha dicho que la piel tiene su propia memoria, por lo que cada quemadura, bronceado o cualquier otro efecto producido por los rayos UV del sol puede generar, a largo plazo, cualquiera de los siguientes efectos:
· Quemadura solar: Las quemaduras se suelen iniciar a los pocos minutos de exposición al sol, y su máximo se alcanza de 24 a 36 horas. Lógicamente, su intensidad dependerá del tiempo y circunstancias de la exposición, así como del tipo y grado de pigmentación de la piel. Las zonas más sensibles a una quemadura solar son: cara (con mayor incidencia en en nariz, orejas, labio inferior), cuero cabelludo descubierto, escote, hombros y espalda.
· Pigmentación: La pigmentación no es otra cosa que la acumulación de coloración que sufre la piel, por el depósito de pigmentos que hay en una determinada zona del cuerpo. Con el paso del tiempo esta pigmentación puede dar lugar a manchas.
· Eritema: El eritema es un enrojecimiento de la piel, generalmente provocado por una vasodilatación, debido a una acumulación calórica en determinados tipos de piel.
· Fotoenvejecimiento: El fotoenvejecimiento se produce por largas y repetidas exposiciones al sol, aunque no hayan sido muy intensas. Al igual que las quemaduras, el fotoenvejecimiento suele ser más patente en cara, cuero cabelludo descubierto, escote, hombros y espalda.
Una adecuada protección solar tanto en niños como en adultos evitará no sólo las quemaduras inmediatas de una exposición al sol, sino también estarás previniendo que en el futuro aparezcan algunos de estos efectos en la piel.
Prevención de los efectos solares negativos
Para prevenir que aparezca cualquier signo de efectos solares negativos sobre nuestra piel o la piel de nuestro bebé, la medida más eficaz es evitar totalmente la exposición solar. Pero en verano es casi imposible no exponerse nada a los rayos UV del sol, por lo que tu mejor aliado siempre será la protección solar.
Los protectores solares tiene ciertos agentes químicos que protegen la piel y actúan absorbiendo los rayos ultravioletas impidiendo su penetración en la piel a través de filtros químicos, o bien, reflejan estos rayos UV formando pantallas minerales. Sea de un modo u otro el protector solar elegido, has de tener en cuenta que ningún filtro solar proporciona una protección 100% completa para los efectos solares negativos, y gran parte de los rayos alcanzarán la piel.
Para una correcta aplicación de los protectores solares, deberás aplicar el producto sobre tu piel y la piel de tu bebé, de manera uniforme, sobre todo en cara (incidiendo más en nariz, labios y orejas), manos y pies, y durante unos treinta minutos antes de salir de casa, porque estas cremas no actúan inmediatamente. Es necesario el uso de protección solar, incluso en aquellos días que hace mucho aire o esté nublado. Y finalmente, renovar el producto cada dos horas. Tras haberse bañado o permanecido en el agua durante un periodo de tiempo, habrá que renovar la protección solar más continuamente.
¿Qué tipo de protección solar necesita mi bebé?
Como ya hemos mencionado antes, lo ideal es evitar la exposición solar, sobre todo en los más pequeños de la casa. Pero si esto no es posible, puedes aplicarle una protección solar de acuerdo a su edad.
– Niños menores de seis meses: La piel de los bebés menores de seis meses es mucho más fina que la de los adultos y produce mucha menos melanina, por ello es conveniente extremar las precauciones y nunca deben exponerse a la luz directa del sol. Viste a tu bebé con ropa confortable, suelta y ligera y siempre de color claro. Y para las partes del cuerpo que no están cubiertas por ninguna prenda de vestir, usa una protección solar 50.
– De seis meses a diez años: Te recomendamos las fórmulas especiales para bebés y pieles sensibles, a ser posible de protección 50 u otros productos de líneas infantiles. Evita en todo momento las horas centrales del día, ni siquiera bajo la sombra.
– Mayores de diez años: Utilizar siempre protectores solares infantiles, preferiblemente resistentes al agua. Pero siempre, has de hacer una pequeña prueba en una zona de la piel para comprobar que no produce ninguna reacción en la piel del niño.
Tanto en un rango de edad como en otro, elige siempre ropa que evite pasar la luz del sol, cuanta menos luz pase por el tejido, mejor. Lo ideal será usar ropa de algodón que protege bien, al no ser demasiado fino, y no resulta caluroso. Usa gafas de sol y gorros o sombreros adecuados. Ante cualquier síntoma de quemadura, enrojecimiento o cualquier otra mancha de la piel, no olvides acudir inmediatamente a tu pediatra.