Existen muchos niños que muestran comportamientos agresivos como puede ser empujar, arañar, morder o pegar, cuando comienzan en Educación Infantil. En algunos casos este comportamiento se prolonga a lo largo de todo su periodo escolar. Por eso, te vamos a dar una serie de pautas que te ayudarán a prevenir y corregir la agresividad infantil y cualquier comportamiento agresivo.
Has de tener en cuenta que la mayoría de los niños no presentan conductas agresivas hasta que no alcanzan la edad de cinco o seis años de edad, pero no te debes asustar, porque se considera un proceso normal, ya que en esa misma edad, la capacidad de auto-control que tiene el niño es todavía reducida. Y no hemos de olvidar que aunque su presencia forme parte del desarrollo del pequeño, no deja de ser un comportamientos negativo e inadmisible que debemos corregir.
El comportamiento agresivo tiene consecuencias negativas para todos aquellos que rodean al niño agresivo, tanto en el entorno escolar como en el propio hogar, ya que puede llegar a provocar daños y heridas importantes. Pero esta agresividad infantil también tiene efectos negativos sobre el mismo niño.
Si esta agresividad infantil se suele repetir, el niño puede llegar a ser rechazado completamente, y evitado por los demás niños. Además de que, si no lo evitamos, el niño estará aprendiendo una forma inadecuada de actuar, que cuando sea un poco más mayor le traerá problemas y consecuencias negativas. Del mismo modo, el niño agresivo también puede ser el objetivo de otra agresión, como consecuencia de su conducta.
Factores relacionados con la agresividad infantil y el comportamiento agresivo
Dentro de la agresividad infantil y el comportamiento agresivo, podemos encontrar una serie de factores que estén relacionados, como son:
– Ejemplo de sus padres y entorno familiar. Por imitación, los niños aprenden de la conducta de sus padres, y si ven que dentro de su hogar las situaciones se resuelven con violencia y malas formas, entenderán que la forma normal de resolver problemas es tomando la misma actitud.
– Dificultades de comunicación. Algunos niños que presentan retrasos en el lenguaje o dificultades para expresarse, son más propensos a recurrir a la agresividad infantil o comportamiento agresivos, para conseguir aquello que desean.
– La exposición a escenas violentas. Del mismo modo que la experiencia vivida en el hogar, la exposición a escenas violentas, ya sea en el entorno familiar, en el vecindario, televisión, deportes de lucha o videojuegos, aumenta la agresividad de los niños, porque aprenden un modelo que tratarán de imitarlo posteriormente.
– Ambientes familiares competitivos. Aquellos ambientes familiares donde los niños están o se sienten descuidados, donde no existen normas coherentes y en los que de alguna forma impera la «ley del más fuerte», son proclives a que se desarrollen comportamientos violentos.
– Poca tolerancia a la frustración y estrés. Los niños que toleran poco las frustraciones o sometidos a situaciones de estrés, también suelen ser más violentos.
– Otras razones que pueden influir son la falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas de manera adecuada y sobre todo, que el niño consiga, con su comportamiento violento, dominar a los demás y obtener beneficios, porque de esta manera está recibiendo un «premio» a ese comportamiento inadecuado.
Medidas a adoptar para prevenir la agresividad infantil
Para prevenir, en la medida de lo posible, la agresividad infantil y el comportamiento agresivo, debemos tomar una serie de medidas o pautas, que ayudarán al niño a entender que ese comportamiento no es el más correcto. Entre estas medidas cabe destacar:
– Hablar con el niño. Es la medida más importante que debemos tener en cuenta para prevenir la agresividad infantil. Tenemos que explicar al niño que las conductas violentas como arañar, morder o pegar son inadecuadas y que tienen consecuencias negativas, tanto para él como para los demás niños.
– No exponer al niño a escenas violentas. Se deben evitar, a toda costa, que los niños presencien escenas violentas, ya sean en películas, videojuegos, espectáculos deportivos, etcétera. A esta edad, los niños no distinguen entre la realidad y la ficción, por lo que tratarán de reproducir esas situaciones en su vida real.
– Dar ejemplo. Los niños aprenden por imitación, por lo que el ejemplo que les demos será decisivo. El niño debe ver en sus padres un modelo de afrontar las situaciones dialogando, negociando, pero sin recurrir a la violencia física o verbal. Nosotros, los padres, somos modelos a seguir y a imitir por nuestros hijos, ante cualquier situación.
– Enseñar otras opciones. Los padres debemos enseñar, a los más pequeños de la casa, alternativas a su conducta, es decir, debemos enseñarles cómo puede resolver las situaciones de otra manera. Se puede hacer reflexionando sobre episodios sucedidos en el colegio o en contacto con otros niños, por ejemplo, en el parque.
– No reforzar conductas agresivas. Sin querer o sin darse cuenta, muchas familias recompensan o premian el comportamiento agresivo de sus hijos. Bromeando, presumen de esta forma de ser ante otros familiares y
amigos con comentarios como «preferimos que él pegue a que le peguen». De esta forma están aprobando el comportamiento de su hijo o hija. En algunos otros casos, se le coloca al niño la etiqueta de «pegón», lo que también refuerza este tipo de conductas agresivas.
– Elogiar y aprobar. Sorprende a tu hijo resolviendo las situaciones adecuadamente, en el entorno familiar, con sus hermanos u otros niños fuera de casa. Presta una especial atención, elogia a tu hijo y aprueba su conducta si es la correcta. Será una forma muy concreta de decirle: «Así me gustaría que actuaras la próxima vez».
– Adoptar medidas. Cuando el niño pegue o agreda a otro niño, deberás adoptar medidas correctoras, de manera que ese comportamiento tenga sus consecuencias negativas. Las medidas se deben adoptar lo antes posible, para que el niño lo pueda relacionar con el comportamiento relacionado. Puedes, en primer lugar regañar al niño, y dejar bien claro que no quiere que se comporte así. Si acaba de presenciar una reacción violenta, utilice la técnica de «tiempo fuera», dejándolo en un lugar aburrido pero supervisado, tantos minutos como años tiene. Otra forma de actuar para castigar la agresividad infantil y comportamientos agresivos, consiste en retirarle algunos privilegios: como no poder ver la televisión, o retirar algún juguete. El criterio general será retirárselo tantas horas como años tiene.
Si a pesar de seguir las pautas que te hemos indicado para prevenir la agresividad infantil y el comportamiento agresivo, nada funciona, y pasado un tiempo prudencial, el niño o la niña continúa con una conducta agresiva, sería necesario acudir a un especialista, para que éste valorara su comportamiento y puede proponer un programa de mejora más personalizado.
Fuente: Folletos de ayuda a padres y madres. Jesús Jarque García.
www.jesusjarque.com