Tu bebé ya tiene dos semanas de vida, aún tardará un tiempo a acostumbrarse a los ruidos, imágenes y sensaciones fuera de tu cuerpo. Recuerda que tu útero era un ambiente cálido y confortable, y aún se tiene que acostumbrar al gran cambio.

De momento, tu bebé pasa la mayor parte del tiempo en estado de somnolencia, aunque ya empieza a tener estados de alertas callados y alguno que otro activo. La única forma que tu bebé conoce para comunicarse es llorando. Tu bebé ya reconoce tu voz y la distingue de otras, por eso comunicarte con él mediante la voz y tu contacto será muy agradable para él. Seguramente a tu bebé le gusta que le acaricien, le abracen, le besen o le den masajitos. Estará ansioso por oír tu voz o ver tu cara.
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A lo largo del día todo puede fluir con tranquilidad y armonía, pero si ves que tu bebé se pone irritable o quisquilloso al final del día, no pienses que está malo o se encuentra mal, simplemente está absorbiendo todas las cosas que ve y oye al cabo del día, aún se tiene que acostumbrar a su nuevo mundo.

Como podrás comprobar el ritmo cardíaco de tu bebé y su ritmo de succión, ya se pueden alterar por el simple hecho de escuchar un sonido nuevo. Si ves que tu bebé empieza a inquietarse, es un buen momento para proporcionarle un poco más de tranquilidad: dale un masaje, mécelo o acarícialo.

En cambio, si tu bebé llora más de tres horas seguidas, durante tres días a la semana o incluso todos los días, puede ser debido a los cólicos del lactante. Los síntomas de los cólicos son: llorar de manera incontrolable, y no presentar ningún otro síntoma, físicamente se encuentra sano. Afortunadamente, el cólico no dura para siempre, el sesenta por ciento de los bebés lo superan a los tres meses de vida, aunque a otros no les suele desaparecer hasta el cuarto mes. Si ves que tu bebé llora más de lo habitual, y no hay motivo para ello, no dudes en consultar con tu pediatra.

En cuanto al cordón umbilical, si aún no se le ha caído, puede que en esta semana empiece a desprenderse. Sigue haciéndole las curas tal y como te explico tu matrona o pediatra, hasta que finalmente se desprenda por sí solo.