Es normal que los oídos del bebé presenten gran cantidad de cerumen (cera), ya que se trata de la protección natural del oído frente a los agentes externos, por lo que no debemos obsesionarnos con su limpieza. La cera del bebé debe presentar un aspecto amarillento, tirando a anaranjado, y pegajoso, si esto no fuera así, deberás consultar con el pediatra para que haga la correspondiente revisión.
Ahora bien, cuando procedemos a limpiar los oídos del bebé, la duda está en usar hisopos (bastoncillos de algodón) o evitarlos. Decidas usar o no los bastoncillos o hisopos para limpiar los oídos del bebé, deberás tener en cuenta que «nunca« has de introducir en profundidad el bastoncillo, ni cualquier otro objeto en el canal auditivo del bebé, ya que el tímpano podría ser dañado. Es muy importante saber usar y retirar el hisopo a tiempo, en vez de empujar la cera más hacia el interior.
Recuerda que, la cera es la protección natural del canal auditivo, por lo que no hay que sacarla toda de la oreja del bebé. El que mejor te puede aconsejar sobre cómo eliminar la acumulación de cera, será tu pediatra, que sabrá decirte cuál es la magnitud a tener en cuenta o cuál será la mejor forma de eliminarla del oído del bebé.
Cuando vaya a limpiar los oídos de tu bebé, empieza por limpiar su oreja, y la parte más externa con un bastoncillo humedecido con aceita o un peróxido, o bien, un paño humedecido con agua tibia. Los oídos del bebé sólo necesitan una limpieza superficial. El momento ideal para hacerlo será el momento del baño, así aprovechamos para secar bien los restos de agua que queden en la oreja del pequeño.